Monthly Archives: febrero 2013

MONARQUÍA: PRIVILEGIOS ARCAICOS, DISPARATES MODERNOS

coronaNo todas las personas e instituciones evolucionan al mismo ritmo. Por ello, resulta inevitable que, con el paso del tiempo, convivan normas modernas y acordes con los principios de la Justicia actual con otras ya desfasadas y que desentonan de forma evidente. Uno de los ejemplos más ilustrativos es la proclamada irresponsabilidad de los Jefes de Estado en general y de los Monarcas en particular. El artículo 56.3 de la Constitución Española establece que la figura del Rey “no está sujeta a responsabilidad”. A cuenta del contenido de este precepto se ha extendido una interpretación acorde con la tradición (pero que, en modo alguno, es la única posible) tendente a concluir que el titular de la Corona está exento de responsabilidad alguna por sus actos, sean los referidos a sus funciones públicas o sean los relativos a su condición de persona física. Es un debate de plena actualidad, toda vez que se suceden informaciones en las que el sometimiento del Monarca a la ley y la posibilidad de que éste se vea afectado por un proceso judicial distan de continuar siendo meros planteamientos teóricos de imposible concreción práctica. Sin ir más lejos, hace apenas unos meses se inadmitió en un juzgado de Madrid una demanda de paternidad contra Juan Carlos I, fundamentándose el rechazo en esa irresponsabilidad plasmada constitucionalmente. Asimismo, las repercusiones del caso Nóos convertirían en razonables unas hipotéticas acciones legales, aunque finalmente chocaran contra la muralla que rodea a la figura real.

SOCIEDAD INDULGENTE, CORRUPCIÓN GENERALIZADA

corrupcion_01En la escena final de “Quiz Show”, película dirigida por Robert Redford, su protagonista confiesa ante una comisión parlamentaria que participó en el amaño de un concurso televisivo. Una vez reconocida su complicidad en los hechos, varios miembros de la citada comisión le felicitan por haber tenido la valentía de asumir públicamente sus mentiras y el coraje de admitir sus trampas. Sin embargo, uno de los miembros del Congreso toma la palabra para decir: “No estoy de acuerdo con mis colegas, no creo que un adulto de su inteligencia deba ser elogiado simplemente por decir la verdad”. En ese momento, tras la única reprimenda dirigida al confeso y, simultáneamente, al resto de sus compañeros congresistas que pretendían ensalzar lo que, en el fondo, debía ser reprochado, el público asistente irrumpe en un estruendoso aplauso.  

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