CRISIS ALGO MÁS QUE ECONÓMICA

images (1)Pese a los distintos análisis, comentarios y estudios que se están haciendo sobre la actual crisis que asola a buena parte del mundo, parece que hay dos conclusiones que son evidentes. La primera es que las personas que se están viendo afectadas en mayor medida por esta situación no son las que la han provocado. La segunda refleja que a los que se les está pidiendo un mayor esfuerzo para salir de ella con esa metáfora tan repetida de “hay que apretarse el cinturón”, tampoco son los culpables de haber originado tal caos. En definitiva, ambas conclusiones no son sino dos manifestaciones más de la injusticia de algunas de las reglas del juego que hemos creado en este mundo y que se ceba con buena parte de la población. En estos momentos concentramos nuestras fuerzas en salir de dicha crisis, pero llegará el tiempo de preguntarnos por los motivos que originaron un contexto tan difícil y, sobre todo, por los fallos que ha habido en los sistemas de control que se suponía que existían y que, o bien no han funcionado, o bien quien debía haberse percatado de las señales de alarma se limitaba a mirar para otro lado haciendo de la imprudencia un caldo de cultivo que, como se ha demostrado, ha sido desolador.

Así, durante todos estos meses nos hemos desayunado con noticias como que los dirigentes políticos húngaros han reconocido que mintieron sobre su situación económica con el único objeto de ganar las elecciones (es decir, conservar su cuota de poder) y poder engañar a las autoridades de la Unión Europea. También que la Comisión Europea censuró a Grecia por falsificar sus cuentas. En España tenemos a un buen número de trabajadores que, o bien se han quedado sin trabajo, o bien lo ven peligrar. A la par, las asociaciones y autoridades que se pelean en su nombre no se ponen de acuerdo en las soluciones necesarias ni en los cambios que deben realizarse, no ya para salir de la crisis, sino para que situaciones similares no se repitan. Los sindicatos, que se presentan como representantes de esa clase trabajadora, parece que se encaran con las medidas de un Gobierno apoyado por un Parlamento que, igualmente, representa a esos mismos ciudadanos. Y quizás la población ya no se vea representada por tantos grupos que aseguran que están ahí para ser su voz y defender sus intereses.

Hemos construido todo un sistema político sobre la base de la representación popular y hemos constituido un entramado de órganos que se controlan unos a otros. Se supone que el Parlamento controla al Gobierno, que los Tribunales controlan a los Poderes Públicos, que el Tribunal de Cuentas fiscaliza éstas, que el Banco de España controla el sistema financiero. Se parte de que el ciudadano se ve representado por partidos políticos, sindicatos, diputados, senadores, parlamentarios autonómicos y eurodiputados. Nunca habían existido más órganos de control, nunca ha habido más órganos de representación y, curiosamente, parece que, nunca como ahora, el ciudadano percibe esa sensación de que no se siente bien representado, defendido y amparado y que los sistemas de control fallan o son ineficaces. Se nos insiste en nuestra capacidad de elegir, de decidir, pero esas palabras llegan cada vez más a la población como conceptos huecos que, si no se llenan con hechos, perderán cualquier significado.

Quizá detrás de todo esto hay una crisis que va más allá de la meramente económica. Tal vez, cuando hayamos sacado la cabeza y comencemos a respirar, deberíamos plantearnos qué falla en el sistema y cómo cambiarlo. Hace algunas semanas se presentó el Informe sobre la Democracia en España 2010, a cargo del ex ministro socialista Juan Manuel Eguiagaray. Dicho informe, que se presenta con el ilustrativo título de “La erosión de la confianza y el bienestar”, parece que deja bien claro el descrédito de una clase política y de un sistema que necesita cambios y, si analizamos los estudios de los últimos años, vemos que la nota que se le pone a nuestra democracia desciende cada vez más. Este año ha recibido al calificación de un 5,8. Teniendo en cuenta que, en el anterior correspondiente al año 2009 la nota era de un 6 y que en el 2008 era de un 6,2, parece evidente que deberíamos hacer algo antes de que el suspenso sea ya una realidad.

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