ELECCIONES: QUIÉN GANA, QUIÉN PIERDE Y A QUIÉN LE IMPORTA

images (8)El Centro de Investigaciones Sociológicas publicó hace pocas semanas una encuesta, conocida como “Barómetro Octubre 2011”, que dejaba a las claras muchas conclusiones, en su inmensa mayoría desoladoras para cualquier sistema democrático en el que la implicación de la ciudadanía en cuestiones políticas resulta imprescindible para su correcto funcionamiento. La población, por abrumadora mayoría, considera a la clase política como uno de los tres principales problemas de España. En una pregunta en la que se pedía a los encuestados que asignasen un número del cero al diez a la importancia que le otorgaban a la política –el cero sería ninguna y el diez mucha- casi un tercio de las personas marcaron el cero frente a menos del uno por ciento, que se decantó por el diez. Prácticamente la mitad de los participantes se movieron en la franja del cero al tres. Avanzando en la encuesta, la pregunta sobre el grado de confianza que tiene la gente sobre determinadas instituciones figura con idéntico resultado de puntuación. La casilla que más ceros reflejó, la que manifiesta una mayor desconfianza por parte de la ciudadanía, fue la relativa a los partidos políticos. Al interrogante ¿qué sentimientos le despierta a usted la política? el cuarenta por ciento contestó “desconfianza”, seguida de “indiferencia” y “aburrimiento”.

Acabamos de salir de un proceso electoral. Algunos partidos celebran su éxito, otros digieren su fracaso, pero en ninguno de ellos he percibido intención alguna de reflexionar sobre la separación cada vez más radical entre las personas y sus representantes. A éstos les basta y les sobra con la legitimidad que dicen heredar de las elecciones. Pero con la legitimidad de los votos pasa igual que con los matrimonios. Se puede presuponer que todos los enlaces entre dos personas son fruto del amor puro, pero lo cierto es que los hay que se celebran por conveniencia,  por resignación, por comodidad, por irracionalidad o por mera pasión. Y, pese a que queramos revestir todas esas uniones con las vestimentas de un amor ideal, la verdad es que no lo es. Lo mismo pasa con la legitimidad de las urnas. Por mucho que los candidatos saquen pecho y aireen esos miles o millones de votos que demuestran un apoyo supuestamente incondicional, la realidad es que numerosos electores votan sin convicción, o por mera costumbre, o por interés, o por desinformación o por manipulación. Hay quienes votan con la nariz tapada y quienes se arrepienten a los pocos días de haberlo hecho. El caso es que, de seguir así, la brecha que separa a ciudadanos y políticos continuará aumentando y, con ella, se incrementará también la mediocridad de nuestra democracia.

Ahora bien, no es menos cierto que es muy cómodo echar  la culpa de todos los males a unos representantes populares cuya cuota de responsabilidad es muy elevada pero la ciudadanía se olvida de mirar hacia dentro y preguntarse qué está haciendo mal. Tal vez una parte de esa enorme distancia que separa a ambos bandos se deba al desinterés ciudadano por participar activamente en el juego democrático, por informarse, por analizar con voz crítica la realidad, por implicarse en los problemas y por aportar soluciones. Hemos dejado de ser exigentes con los políticos pero también con nosotros mismos. Queremos que siempre sean otros quienes resuelvan las cuestiones mientras nosotros nos limitamos a mirar la televisión. Pero así ni se engrandece una democracia ni se hace respetar una ciudadanía. Tenemos la clase política que nos merecemos, la que nos hemos ganado a pulso tras décadas de falta de interés y de ausencia total de formación y de análisis crítico. Nos resulta más sencillo dejarnos manipular y engañar con falsas promesas y con discursos vacíos que exigir unos cambios que, con frecuencia, tendrían que empezar por nosotros mismos. Ya es hora de que el funcionamiento correcto del sistema democrático nos importe un poquito más.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de privacidad, pinche el enlace para mayor información.PRIVACIDAD

ACEPTAR
Aviso de cookies