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Síntomas y diagnóstico después de la jornada electoral

Ha transcurrido el 26 de mayo dejando tras de sí una de las citas electorales más significativas de la reciente historia de nuestro archipiélago. Las peculiaridades de estas elecciones impregnaban de un especial valor a este domingo. Padeciendo todavía la resaca de las Elecciones Generales, los canarios hemos estrenado ya el nuevo sistema electoral después de treinta y siete años de vigencia del anterior, acumulando además otras decisiones a nivel europeo, autonómico y local. Nunca antes habíamos sido convocados para participar en dos comicios tan próximos en el tiempo ni habíamos dispuesto de tantas papeletas y urnas. Por lo tanto, vale la pena realizar un análisis de los hechos para luego extraer algunas conclusiones. Es imposible llevar a cabo en pocas líneas la ardua labor de valorar todas y cada una de las convocatorias, de modo que me centraré exclusivamente en los resultados de las elecciones autonómicas:

 

1.- La participación: Ha descendido situándose por debajo del sesenta por ciento. En las anteriores elecciones fue del 60,99% y en las elecciones generales se elevó hasta el 68,14% en nuestras islas. Es cierto que teniendo en cuenta el escaso plazo transcurrido desde el 28 de abril, la bajada en la afluencia de votantes era previsible. Siempre se ha afirmado que la concatenación de procesos electorales tiende a desincentivar a los electores. Sin embargo, es preocupante esta tendencia. Una alta participación afianza la legitimidad del resultado.

 

2.- El mapa del resultado electoral: Hasta ahora los grupos parlamentarios eran seis: el mixto (compuesto exclusivamente por los miembros de la Agrupación Socialista Gomera) y los de Nueva Canarias, Podemos, Partido Popular, Partido Socialista Obrero Español y Coalición Canaria. La tímida incorporación de Ciudadanos fragmenta un poco más el espectro político, pero no supone un gran cambio. En cualquier caso, refleja fielmente la diversidad de criterios que se da en el seno de la sociedad canaria representada en su nuevo Parlamento, pues no se debe olvidar que la función principal de todo sistema electoral es plasmar la voluntad de los ciudadanos dentro de cada institución.

 

3.- El ganador electoral: En unas elecciones gana quien obtiene más votos y escaños, aunque en nuestro archipiélago esa doble circunstancia no se aglutina siempre en la misma formación política. Así, en 2015 Coalición Canaria, habiendo recibido quince mil votos menos que el Partido Socialista, logró tres escaños más. En este 2019, y fruto en gran medida de la reforma electoral aprobada con el nuevo Estatuto de Autonomía, se ha corregido tal patología y el partido más votado, el PSOE, ha obtenido también el mayor número de escaños en el hemiciclo. Continuando asimismo con una larga tradición a resultas de la fragmentación anteriormente citada, el vencedor tampoco ha alcanzado la mayoría absoluta.

 

4.- El ganador post electoral: A día a hoy, tanto los partidos como los ciudadanos ansían más el ejercicio del Gobierno que la Cámara de representación popular, de modo que el verdadero triunfador no es quien obtiene la mayoría parlamentaria sino la Presidencia del Ejecutivo. También en este concreto punto conservábamos una larga tradición por la que el ganador de las elecciones pasaba directamente a la oposición mientras que los perdedores conseguían finalmente gobernar. Le sucedió en 2007 y en 2015 al Partido Socialista y en 2011 al Partido Popular. Sus candidaturas recibieron más votos, pero de nada les sirvió a la hora de ejercer el ansiado puesto presidencial. Así funcionan los sistemas parlamentarios.

 

En este caso, y realizando un análisis simplista en atención a los bloques ideológicos tradicionales, un pacto entre partidos denominados de izquierda que incluyese a PSOE, Podemos, Nueva Canarias y, en su caso, la Agrupación Socialista Gomera sumaría una mayoría suficiente. En política ya estamos acostumbrados a ver diversos tipos de alianzas, pero el mensaje del electorado parece ser claro y contundente.

 

5.- La nueva lista regional: Ha contribuido a modular la desproporción del anterior sistema y a corregir levemente la desigualdad del valor del voto, si bien continuamos estando en unos parámetros criticables, si analizamos las circunscripciones insulares.

 

6.- El horizonte de la próxima legislatura: La democracia del siglo XXI nos condena a tiempos de inestabilidad y continua contienda política. Al menos así se vislumbra, no sólo a nivel nacional, sino también internacional. En consecuencia, da la impresión de que los canarios nos veremos igualmente engullidos por ese tsunami de enfrentamiento y crispación. Ante ese escenario, un pacto de gobierno que aspire a durar cuatro años debería establecerse entre tres o cuatro formaciones políticas, un enorme reto para quien se erija como futuro encargado de llevar las riendas de la política en Canarias.

 

7.- Síntomas y diagnóstico: Visto lo visto, habrá que familiarizarse con la fragmentación parlamentaria, con los gobiernos inestables y con los pactos entre varias formaciones políticas, lo cual no tiene por qué ser ni necesariamente bueno ni irremediablemente malo. Serán la calidad de las decisiones adoptadas por los cargos públicos, la eficacia de las políticas puestas en marcha y la habilidad de sus gestores para detectar los verdaderos intereses de la ciudadanía a la que representan lo que determinará una futura legislatura exitosa o fracasada. Y en ese empeño deberemos centrarnos todos. Los políticos que ocupan el puesto, los medios de comunicación que informan y  los ciudadanos que vigilamos contribuiremos en mayor o menor medida a avanzar o a retroceder. Por el contrario, si nuestros representantes se pierden en disputas estériles y en análisis realizados con estrechez de miras en aras de un exclusivo interés partidista, si los medios de comunicación carecen de objetividad y rigor en la información que difunden, y si los ciudadanos caemos en el desinterés, abrazamos el discurso demagógico y aplaudimos el grito y el insulto, colaboraremos a enfermar nuestra democracia. Y si la democracia enferma, quizá muera. No caigamos, pues, en el error de creer que nuestro modelo de Estado Social y Democrático de Derecho es indestructible y afanémonos en su cuidado y fortalecimiento.

¿Cómo votamos los canarios con el nuevo sistema electoral?

El 26 de mayo los canarios estrenaremos el nuevo sistema electoral que entró en vigor con el nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias. Se trata de un modelo novedoso que supone un cambio sustancial en la forma en la que habíamos votado hasta el día de hoy. Desde la creación de nuestra Comunidad Autónoma, siempre que se habían celebrado elecciones nos habíamos encontrado con una papeleta, una urna y siete circunscripciones insulares para la designación de sesenta diputados que nos representaban en el Parlamento de Canarias. Sin embargo, ahora todo cambia y en estos comicios los votantes tendremos a nuestra disposición dos papeletas, dos urnas y ocho circunscripciones para elegir a setenta diputados. Por ello, es necesario informar al electorado de tales variaciones, de sus razones y del modo en el que pueden ejercer este derecho fundamental al voto. En ese sentido, conviene aclarar algunas cuestiones:

1.- ¿Por qué hemos cambiado de sistema electoral? Porque era imprescindible corregir algunos déficits democráticos que nuestro anterior sistema electoral padecía. Antes, la desproporcionalidad del sistema, la desigualdad del valor del voto entre canarios y la afectación del pluralismo político por la implantación de unas barreras electorales desorbitadamente altas incidían negativamente, distorsionando de manera evidente y notoria el deseo que los electores manifestaban con su voto. Hasta el momento, en nuestras islas el ochenta y tres por ciento de la población ha escogido a la mitad de miembros del Parlamento, mientras que el diecisiete por ciento restante ha venido designando a la otra mitad. En las últimas elecciones celebradas en el archipiélago, partidos con más de cincuenta y tres mil votos se quedaron sin representación parlamentaria mientras que otros, con apenas cinco mil, se adjudicaron tres escaños. Con este nuevo sistema se sanan en parte esas patologías y se avanza levemente hacia un sistema electoral más justo, más equitativo y con un mayor nivel de igualdad y proporcionalidad.

2.- ¿Cuántas circunscripciones existen? Existen ocho circunscripciones. Una regional de 9 diputados y siete insulares (3 diputados por El Hierro, 8 por Fuerteventura, 15 por Gran Canaria, 4 por La Gomera, 8 por Lanzarote, 8 por La Palma y 15 por Tenerife). Significa que los partidos o candidaturas que se presenten por la lista regional contarán con una única papeleta que contendrá los nombres y apellidos de quienes optan a los citados 9 escaños. Esa papeleta autonómica será, pues, la que todos los electores encontrarán en su colegio electoral, con independencia de la isla en la que ejerzan su derecho al voto. Por el contrario, los partidos o candidaturas que se presenten por las listas insulares serán diferentes en cada isla, de modo que los nombres incluidos en ellas serán distintos en cada uno de los territorios insulares.

3.- ¿Cómo son las papeletas para realizar la votación? La papeleta designada para elegir a los diputados que se presentan por la lista regional o autonómica es de color amarillo y habrá de introducirse en un sobre del mismo color que indica “ELECCIONES AL PARLAMENTO DE CANARIAS. CIRCUNSCRIPCIÓN AUTONÓMICA”. La papeleta designada para elegir a los diputados que se presentan por la lista insular es de color sepia y habrá de introducirse en un sobre del mismo color que indica “ELECCIONES AL PARLAMENTO DE CANARIAS. CIRCUNSCRIPCIÓN INSULAR”.

4.- ¿Qué votamos exactamente? Los ciudadanos elegimos a los setenta diputados que compondrán el Parlamento de Canarias. En ningún caso elegimos al Presidente del Gobierno. Como sucede en cualquier sistema parlamentario, el votante no designa a ningún miembro del Gobierno sino a sus representantes en las Asambleas Legislativas. Es falso que el 26 se mayo se elija al Presidente del Gobierno, como también es falso que el candidato a Presidente del Gobierno esté obligado a figurar en la lista regional o autonómica.

5.- ¿Cómo podemos votar? El elector cuenta con cuatro opciones:

  1. Dar su voto a la misma formación política en ambas circunscripciones.
  2. Votar a formaciones políticas distintas en cada una de las dos circunscripciones, siendo libre de apoyar con su voto para la circunscripción insular a una opción política y a la circunscripción regional o autonómica a otra formación política diferente.
  3. Votar en una de las dos circunscripciones y abstenerse en la otra.
  4. Abstenerse en ambas circunscripciones y no votar.

6.- ¿Qué diferencias existen entre los diputados que son elegidos por la lista regional y los que son elegidos por las listas insulares? Jurídicamente, ninguna. Los diputados, ya sean elegidos por una circunscripción insular o por la regional, tienen los mismos derechos y obligaciones.

7.- ¿El nuevo sistema electoral es definitivo? No necesariamente. Nuestro Estatuto de Autonomía diseñó este sistema electoral de forma provisional, hasta la aprobación de una futura ley electoral por el Parlamento de Canarias. En el apartado cuarto de la Disposición Transitoria Primera se establece que el Parlamento de Canarias elaborará, en un plazo no superior a tres años desde la entrada en vigor del presente Estatuto de Autonomía, una ley electoral que deberá ser aprobada por mayoría de tres quintos y ese plazo de tres años ha comenzado a correr en noviembre de 2018.

Teorías y realidades sobre los nombramientos de cargos públicos

Hace algunas semanas se publicó la noticia de que el Presidente del Gobierno en funciones, cargo que presumiblemente repetirá en esta nueva legislatura, había llevado a cabo una primera elección. Pedro Sánchez había decidido que el Secretario del P.S.C., Miquel Iceta, se convirtiera en el nuevo Presidente del Senado. Como era previsible, tal elección suscitó aplausos entre sus adeptos y abucheos entre sus adversarios. El nombramiento fue calificado por unos de acertado y simbólico (dada la figura del elegido), así como de constituir un mensaje dirigido hacia los sectores nacionalistas. Sin embargo, la opción presidencial se catalogó por otros de notable despropósito y grave amenaza. Personalmente, y con independencia de mi percepción del perfil de Iceta como apto o no para tan relevante puesto, me llamaron la atención dos datos que pasaron inadvertidos en un primer momento, pero que demuestran hasta qué punto nuestro sistema democrático está siendo distorsionado. El primero, que el Presidente del Senado debe ser elegido por los miembros de la Cámara Alta de entre uno de ellos. El segundo, que el señor Iceta ni siquiera es senador.

Efectivamente, el artículo séptimo del Reglamento del Senado establece que serán los senadores quienes mediante votación escribirán un nombre en una papeleta, resultando elegido aquel que obtenga el voto favorable de la mayoría absoluta de los miembros de la Cámara acreditados hasta el momento ante la misma. Si no logra la mayoría absoluta, se procederá a efectuar una nueva votación entre aquellos senadores que hayan empatado en mayor número de votos o, en su defecto, entre quienes hayan obtenido las dos cantidades superiores. Será en esta segunda votación donde el más votado resultará ya elegido. Por lo tanto, la decisión de Sánchez implica que los senadores no podrán escoger libremente a quién consideren de entre ellos el mejor para ostentar el cargo, sino que se limitarán a obedecer la orden proveniente del Ejecutivo, desnaturalizándose no sólo la separación de poderes proclamada con contundencia en nuestra Constitución sino, además, distorsionándose la propia autonomía del Parlamento catalán, que también debería al parecer someterse al dictado del Presidente. Porque el hecho cierto es que Iceta no se presentó al Senado en las pasadas elecciones de modo que, para adquirir la condición de senador, deberá ser designado como tal por la Asamblea Legislativa Autonómica.

Así las cosas, ¿no sería lo deseable para nuestro sistema parlamentario que los encargados de elegir elijan? De la misma forma que criticaría que desde el Parlamento se anunciase qué ministros ha de escoger el Presidente del Gobierno para conformar su equipo, critico que el Jefe del Ejecutivo se dedique a anunciar desde Moncloa nombramientos como los de Presidente del Senado o del Tribunal Supremo, desatando como sucedió hace unos meses una avalancha de protestas ante la quiebra de la independencia del Poder Judicial.

El panorama que dibuja esta propuesta de Sánchez convierte en simples marionetas al servicio de su líder a los verdaderamente responsables de tomar la decisión. No parece probable (aunque nunca se sabe) que los senadores en Madrid ni los miembros del Parlament vayan a contradecir los deseos del Presidente, transformando así en papel mojado las normas que regulan la designación de, en este caso, la cuarta autoridad del Estado. Pese a que en nuestro vigente texto constitucional se proclama con contundencia que los diputados y los senadores no están sometidos a mandato imperativo, lo cierto es que se ha extendido una práctica consistente en que los ocupantes de dichos escaños muten en dóciles cumplidores de las órdenes de su jefe de filas.

Finalmente el Parlamento catalán rechazó su designación como senador y, por lo tanto, frustró que Iceta pueda presidir el Senado, aunque no lo hizo por las razones aquí expuestas, sino por otras motivaciones políticas. Si de verdad creemos en la separación de poderes, si de verdad aspiramos a contar con un Parlamento independiente del Gobierno y si de verdad defendemos un sistema en el que la asamblea representativa popular controle al Ejecutivo y no al revés, no podemos aceptar esta deriva de sumisión institucional. Cuando hace algunos meses se anunció por parte de Gobierno la designación de Manuel Marchena como Presidente de Consejo General del Poder Judicial -antes incluso de que se procediese a designar a los veinte vocales del Consejo que debían escogerle y nombrarle-, se originó un escándalo mayúsculo que terminó con la renuncia al cargo del propio Magistrado como consecuencia de las nefastas formas empleadas para su nombramiento. A mi juicio, Miquel Iceta debería haber actuado de la misma manera que Manuel Marchena, negándose a tomar parte en la distorsión de nuestro modelo parlamentario, para de ese modo devolver al Senado lo que al Senado pertenece.

 

Autopsia a las elecciones del 28 de abril

Transcurridos algunos días desde el 28 de abril, procede realizar ya un estudio lo más imparcial posible de lo sucedido. Las cifras ilustran una realidad objetiva que conviene observar con perspectiva crítica para desentrañar conclusiones políticas y llevar a cabo una adecuada lectura de la voluntad ciudadana. Objetivos, sin duda, complejos, pues abordar el análisis político implica siempre pisar terrenos pantanosos.

1.- Las cifras de las elecciones: Los comicios del 28 de abril eran los decimocuartos para elegir a los miembros de las Cortes Generales (Congreso de los Diputados y Senado). Coincidían, además, con la elección de los diputados del Parlamento de la Comunidad Valenciana. Por lo que se refiere a las elecciones generales, éramos 34.799.107 los ciudadanos con derecho a voto, llamados a las urnas en 60.038 mesas electorales repartidas por todo el territorio nacional.

2.- Datos históricos anteriores al 28 de abril: La victoria que se tradujo en mayor número de escaños (202) fue la del PSOE en 1982. El triunfo que conllevó el menor número de escaños (123) fue el del PP en 2015. La de mayor porcentaje de votos (48,11%) correspondió al PSOE en 1982, mientras que la de menor fue la del PP en 2015 (28,71%). La victoria con más votos (11.289.335) recayó en el PSOE en 2008 y con menos (6.268.593) para UCD en 1979. El mayor triunfo del bipartidismo lo compartieron PSOE y PP en 2008 (323 diputados entre ambos) y el peor en 2015 (213 escaños entre los dos). En esta ocasión se ha igualado uno de esos records (el partido mayoritario gana con el menor número de escaños de la Historia, 123) y se ha batido otro (el denominado “bipartidismo” sólo acumula 189 escaños, su peor resultado).

3.- La participación: La participación media en las elecciones generales se situaba hasta ahora en el 73,79%. La máxima fue en 1982, con un 79,97% y la mínima en 2016, con un 66,48%. En 2019 ha marcado el 75,75%, por encima de la media histórica de este tipo de comicios.

4.- Las paradojas del sistema electoral: Pese a que en el Congreso de los Diputados el sistema electoral debe ser proporcional, la designación de la provincia como circunscripción electoral y su distribución de escaños sin seguir un estricto criterio poblacional provoca que la proporcionalidad se distorsione y que la igualdad del valor del voto se resienta. Ello, unido a la famosa “fórmula D´Hondt”, acarrea que el PACMA -con más de trescientos veintiséis mil votos- no obtenga ningún escaño, mientras que el Partido Regionalista de Cantabria -con poco más de cincuenta mil- sí. O que los apenas doscientos mil votos por los que supera el Partido Popular a Ciudadanos supongan nueve diputados más para los populares.

5.- Datos objetivos y lecturas subjetivas: El Partido Socialista recupera en estas elecciones dos millones de votos. Probablemente, uno de ellos lo obtenga de la merma de las “confluencias” de Podemos. A su vez, el Partido Popular pierde más de tres millones y medio de votos, al tiempo que Ciudadanos gana uno y VOX más de dos y medio. El PP se queda a menos de un punto porcentual de convertirse en el tercer partido en votos a nivel nacional, una posición que sí termina ocupando en la Comunidad de Madrid y en Andalucía. Los populares ocupan la cuarta posición en las Islas Baleares, la quinta en el País Vasco y la sexta en Cataluña. Con estos resultados, la conclusión de que el PSOE ha ganado las elecciones y es la única formación política con capacidad para armar una mayoría y gobernar no ofrece lugar a dudas. El Partido Popular se desangra, quedando por ver si con capacidad de recuperación o herido de muerte. Ciudadanos, por su parte, si bien gana un millón de votos y aumenta veinticinco escaños, aún permanece alejado de las expectativas que le contemplaban como opción de gobierno liderando una mayoría alternativa. Podemos pierde diez escaños y casi millón y medio de apoyos (si restamos los perdidos en coaliciones con las que iba de la mano (Compromís, En Marea, etc…).

6.- El Senado: El Senado cuenta con un sistema electoral diferente. En lugar de ser proporcional es mayoritario, facilitando así la consolidación de grandes mayorías. El PSOE -que en el Congreso dispone de una mayoría simple- ahora goza de una absoluta en la Cámara Baja y tal diferencia se produce simple y llanamente por la aplicación de un modelo distinto de adjudicación de escaños.

7.- Previsiones para el futuro: Si el objetivo es aspirar a una legislatura de cuatro años que goce de cierta estabilidad y llevar a cabo un programa político expresado en concretas reformas y normas en vigor, se precisan apoyos para construir mayorías parlamentarias sólidas. Las matemáticas, en principio, apuntan a la alianza de dos formaciones políticas (PSOE y Ciudadanos) como opción aparentemente más “sencilla”. Sin embargo, la política no es una ciencia exacta y, lo que hasta hace poco se presentó ante la opinión pública y el propio Congreso de los Diputados como programa de Gobierno para una votación de investidura, hoy se vislumbra como una solución inviable. Resulta, pues, paradójico que lo más fácil de un punto de vista político se transforme en lo más complicado numéricamente hablando: abrazar la idea de un gobierno en solitario con apoyos puntuales votación a votación o depender de la ayuda permanente de una disparidad de siglas. En todo caso, el peor de los escenarios sería continuar profundizando en una política de bloques separados rígidamente y donde la mitad de la población pretendiera legislar en contra de la otra mitad.

 

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