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Desunión Europea

1400853597_963336_1400853681_noticia_normalLas utopías, los ideales, las palabras bonitas y los principios éticos inspiran infinidad de normas, cuyos preámbulos y articulados suelen evocar nobles fines y aspirar a elevadas metas. Y así debe ser. Es preciso apuntar bien alto y ser muy ambiciosos en los objetivos a conseguir. En el largo proceso de lo que se ha dado en llamar “construcción europea” abundan esta clase de sueños y quimeras, desde sus propios Tratados fundacionales hasta los muy rimbombantes discursos de los Jefes de Estado o de Gobierno de los países miembros. Al leerlos resulta imposible no estar de acuerdo con el grueso de los términos y frases que contienen.

Versan sobre valores universales, derechos inviolables e inalienables de las personas, libertad, democracia, igualdad y Estado de Derecho. Mencionan como pilares sólidos el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia y la solidaridad. Garantizan a los ciudadanos un espacio de libertad, seguridad y justicia sin fronteras interiores, en el que esté garantizada la libre circulación junto a medidas adecuadas en materia de control de las fronteras exteriores, asilo, inmigración y prevención y lucha contra la delincuencia. Prometen que la Unión Europea combatirá la exclusión social y la discriminación y fomentará la justicia y la protección sociales, la igualdad entre mujeres y hombres, y la solidaridad entre las generaciones, así como el fomento de la cohesión económica, social y territorial, y la solidaridad entre los Estados miembros. ¿Quién no se siente atraído y concernido por los planteamientos de un proyecto tan sugerente?

Sin un rumbo claro

la-salle-igs_mar-adentro-sin-rumbo_jesc3bas-alcoba_reflexionesVivimos una época de aparente falta de normalidad en buena parte de nuestro entorno. Es como si las normas que habían servido hasta la fecha para regular nuestra convivencia, se hubieran visto de pronto sobrepasadas por una serie de situaciones imprevistas y de acontecimientos sorprendentes (cuando no directamente disparatados). Candidatos a Presidentes autonómicos que van en el número cuatro de la lista electoral. Llamadas a la desobediencia civil efectuadas, no desde grupos revolucionarios que reniegan del sistema, sino desde los propios cargos públicos institucionales. Aspirantes a la Jefatura del Gobierno central que renuncian a ser propuestos para la sesión de investidura y que, al mismo tiempo, manifiestan seguir aspirando a ocupar dicho cargo. Líderes minoritarios que pretenden aglutinar en su persona amplias mayorías sociales. Formaciones políticas que, tan pronto se presentan como un proyecto único como se disgregan en varios grupos parlamentarios. Contundentes líneas rojas en período de negociaciones que, repentinamente, se difuminan en virtud de unas estrategias poco claras, por no decir oscuras.

Dentro de este escenario convulso, son muchas las voces que anhelan encontrar en las leyes la respuesta a estos sucesos de nuevo cuño y de difícil explicación que se acumulan día tras día. Incluso hay quienes, no hallando en las normas la solución precisa a esta coyuntura que nos está tocando vivir, optan por recurrir al argumento de que nuestro ordenamiento jurídico es deficiente. Sin embargo, en mi opinión, no existe ningún vacío flagrante en nuestra Constitución ni tampoco lagunas sonrojantes en la legislación española. Lo que constato es una patente ausencia de categoría en nuestros líderes, unida a unos planteamientos torticeros y a unas estrategias partidistas provenientes de las formaciones a las que representan. En definitiva, no necesitamos más leyes sino mejores dirigentes.

Pero, más preocupante aún que todo lo anterior, es la carencia de un rumbo claro de nuestra sociedad. No es sólo que no se sepan abordar los grandes problemas de nuestro tiempo -crisis económica, precariedad de derechos, corrupción, terrorismo, educación, falta de medios a la hora de impartir justicia, etc.-, sino que ni siquiera existe un planteamiento común sobre cómo comenzar a trabajar en serio para revertir esta tesitura que atormenta a gran parte de la ciudadanía. ¿Queremos ser un Estado Federal? ¿Preferimos retornar a fórmulas más cercanas al modelo centralista? ¿Qué hacemos con el Senado? ¿Cómo abordamos el diseño de la Administración Local? Incluso, trascendiendo nuestras fronteras, ¿hacia dónde va la Unión Europea? ¿Seguimos soñando con el proyecto de los Estados Unidos de Europa? ¿O reafirmamos las soberanías nacionales y ponemos freno a las ansiosas exigencias que emanan desde Bruselas?

Presentación de mi tercera novela «La sonrisa Duchenne»

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El próximo 25 de febrero, a las 20:30 horas, en el Real Casino de Tenerife, tendrá lugar la presentación de mi tercera novela «La sonrisa Duchenne», finalista del Premio Iberoamericano de Novela Verbum 2015. Intervendrá el crítico literario Eduardo García Rojas y yo mismo. Hablaremos de literatura, de cine y firmaré ejemplares de mis libros. Al terminar, habrá una degustación para que podamos continuar charlando mientras tomamos una copa. Os espero.

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